lunes, 4 de agosto de 2008

KATA. R INSECTOS

Las cucarachas me dan profundo asco. Me dan asco sus antenas moviéndose de un lado para otro, su brilloso color oscuro y su rapidez para alejarse de la luz. Me da asco que uno las pise y salga una sustancia blanca y a veces un parásito desde su interior abriéndose pasa entre los órganos reventados. Me alejo con repugnancia frente a su presencia. Me da resquemor eso de que sobreviven a la radiación y que si uno les corta la cabeza, siguen viviendo hasta morir de hambre. Eso me da escalofríos.He asesinado muchos, muchos bichos en mis casi tres décadas de existencia. Cuando pequeño le declaré la guerra a las hormigas, luego que éstas invadieran la cocina comiendo todo a su paso. Cual general, salí airoso al patio e identifiqué los hormigueros fuentes de la invasión, y preparé mi arma, el cual era una avejentada manguera. Quería ahogarlas. Fantaseaba con inundar e inundar hasta llegar a la hormiga reina, la cual me la imaginaba inmensa e indestructible. Una vez eliminada, sus vasallos no tendrían oportunidad conmigo.La técnica del agua no resultó como esperaba. Las hormigas nadaban para mi sorpresa, y al ver su hormiguero semidestruido presurosamente sacaban sus huevos y ninfas para ponerlas a salvo y volvían, luego de un par de días, a construir su hogar. Nunca pude ver a la hormiga reina. Opté, entonces, por aplicar el principio contrario: fuego. A pesar de la marca presente en mi mano derecha que me recuerda que no hay que jugar con fuego, no escarmiento. Así que quemé el pasto alrededor para ver si podían morir de calor. Ya traspasada esa línea, lo siguiente fue probar cosas como detergentes u otros químicos caseros inyectados directamente a la entrada. Para mi sorpresa las hormigas disminuyeron, se fueron o fundaron hormigueros en otros lados del patio, aunque creo que la llegada del otoño tuvo harto que ver en eso.Terminé teniéndoles respeto a las hormigas. Eran formidables constructoras. Aprendí que algunas razas de hormigas cultivan hongos, otras esclavizan a otras hormigas (mis favoritas) y, ya en la universidad, aprendí algo que sucedía ante mis narices sin yo percatarme: la famosa relación homóptera-formicidae, hormigas protegiendo y ordeñando a los pulgones, conchuelas y escamas que cubrían ese viejo naranjo, adoptándolas como verdadero ganado como fuente fácil de azúcares. Formidable.Para cuando tuve que hacer un insectario pensé que la tenía fácil: no contaba con una sequía de proporciones que hizo que no hubiera ni abejas por el aire. Difícil fue encontrar los 300 bichos que, como mínimo, tenía que contener el famoso trabajo. Sin ganas de andar por las calles con una malla mariposera, tuve que recurrir, medio humillado, a mis despreciadas cucarachas, las cuales murieron para yo obtener una nota medianamente decente. También cacé esas hormigas de cerro grandes, negras y de fuerte mordedura. Hasta unos bombus polinizadores me “robé” de los campos. Avispas, abejas, escarabajos, todo cabía en mi “cámara de los horrores”, frasco con algodón y alcohol donde iban a morir los artrópodos. Peor la tenían las mariposas: para que quedaran bellas era necesario quebrar sus alas para que quedaran rectas. Suenan, en serio.Finalmente tuve que arrendar bichos a un amigo para cumplir con la meta, aunque entre mis logros fue el cazar una bellísima avispa “pepsi”, de magníficos colores azules y rojos y un tamaño digno de respeto. Una popular “madre de la culebra”, hermosísimo coleóptero gigante adornó uno de los rincones del insectario. Sin embargo, me enorgullecí el haber capturado un insignificante bicho volador, pequeño y gris. Al principio no me percaté de su peculiaridad, solo al verlo de cerca para clasificarlo me di cuenta de su alargada forma y la presencia de dos “burbujas” transparentes en los costados de su abdomen. Llevados a laboratorio ante mi incapacidad para saber de qué se trataba, vi como el profesor miraba y miraba y buscaba y buscaba libros y me preguntaba de donde lo había sacado y como y buscaba en gordos tomos entomológicos hasta dar con su clasificación.

La diversidad de los seres vivos aumenta cuanto menor es el tamaño de éstos. Esta norma aplicable a todos los invertebrados, alcanza su máximo grado en los insectos, de los que se calcula existen no menos de 1,5 millones de especies (el 75 % de todas las especies animales).Enfrentados a muy diversos climas, suelos y tipos de vegetación, la adaptación de una especie a un determinado entorno puede llevar a especializaciones asombrosas.Basta citar por ejemplo las 15 especies de mariposas del género Erebia que viven en el Pirineo, ocupando cada una un biotopo distinto.
Tal diversidad, fruto de la selección natural, alcanza su máximo en las regiones tropicales y disminuye al acercarnos a los polos.Pero las cadenas montañosas, como los Pirineos o la Cordillera Ibérica, presentan en pocos kilómetros una variedad de climas y tipos de vegetación que en la tierra llana distarían miles de kilometros. No es de extrañar por ello que en los más altos picos del Pirineo vivan insectos semejantes a los de la tundra subpolar, mientras en las solanas de los valles cercanos encontraremos especies típicamente mediterráneas y africanas.
















MARIPOSAS

Color
Las alas de las mariposas están cubiertas de escamas de diversos colores que generalmente trazan dibujos particularmente coloridos y muy variados. Las mariposas adquieren estos colores de dos maneras diferentes. Algunos, particularmente los amarillos y anaranjados, son producidos por pigmentos químicos almacenados en las alas. Otros son producidos por estrías microscópicas sobre la superficie de las escamas, las cuales reflejan la luz de un modo especial. Muchas mariposas tienen en las alas manchas que sugieren ojos, con la función probable de espantar a sus depredadores, que las confundirían con animales más grandes. Lo más común es que haya dimorfismo sexual en el color, es decir diferencias regulares entre machos y hembras.
Reproducción y desarrollo
Después de la fecundación las mariposas deponen sus huevos en una planta especifica. Nacen como larvas vermiformes semejantes a gusanos. Son orugas y se alimentan de las hojas de esa planta o tallos tiernos a la vez que crecen rápidamente. Cada especie requiere una o unas pocas especies de plantas para su alimentación, y la extinción de una planta puede arrastrar la de una mariposa. En un momento de su desarrollo, la oruga se protege en un lugar resguardado y construye un capullo y allí se transforma en crisálida. En este estado no se alimenta, y sufre grandes cambios metabólicos y morfológicos, cuyo conjunto es llamado metamorfosis. La mariposa adulta sale rompiendo el esqueleto externo de la crisálida.
Vida adulta


La mayoría de las mariposas adultas se alimentan libando, absorbiendo, el néctar de las flores con su espiritrompa, una estructura bucal extensible evolucionada a partir de algunas de las piezas bucales articuladas típicas de los insectos. Esta "lengua enrollada" es flexible y muy sensible. Puede introducirse dentro de una flor, pero también puede inclinarse abruptamente, de manera que la mariposa puede alimentarse desde diferentes ángulos sin tener que mover su esqueleto. Una vez que la mariposa ha terminado de alimentarse, la lengua se retrae enroscándose y encaja exactamente debajo de la cabeza del insecto.Machos y hembras se buscan activamente, usando como guía visual su aleteo característico, y empleando el sentido del olfato. Tras la fecundación, la hembra pone varios cientos o miles de huevos. En algunos casos la vida adulta es breve, no durando más que el tiempo necesario, a veces un solo día, para asegurar la reproducción.
De interés La mariposa diurna más grande que existe es la Ornithoptera Alexandrae hembra, que puede llegar a tener 28 cm de envergadura. Vive al sudeste de Nueva Guinea y está protegida. Habita en densas selvas y casi nunca desciende al suelo. Sólo se alimenta de una planta del género Aristolochia (Aristolochia schlecteri).
Características


A labeled Papilio machaon: A- ala delantera B - antena C - ojo compuesto D - prosbócide E - torax F - pata G- abdomen H - Ala posterior I - «cola»
Poseen dos pares de alas membranosas cubiertas de escamas coloreadas, que utilizan en la termorregulación, el cortejo y la señalización. Su aparato bucal es de tipo chupador (véase Insecto) provisto de una larga trompa que se enrolla en espiral (espiritrompa) que permanece enrollada en estado de reposo y que les sirve para libar el néctar de las flores que polinizan.
El cortejo de los machos es muy variable en las diferentes familias del orden, pero básicamente consiste en exhibiciones y en la producción de feromonas sexuales. Con las maniobras de vuelo los machos cubren a las hembras con el olor de estas feromonas. Tras el apareamiento los machos pueden evitar que la hembra tenga una nueva cópula taponando su genitalia con una secreción pegajosa.
Su desarrollo es holometábolo: del huevo sale una larva u oruga que se transformará en pupa y ésta dará lugar al adulto. La larva, a diferencia del adulto, presenta un aparato bucal de tipo masticador; la mayoría de las larvas son fitófagas. Además, podemos distinguir las larvas de lepidópteros de las de otros insectos porque poseen una serie de falsas patas al final del abdomen, lo que en algunos casos conlleva que su forma de caminar sea como la de un acordeón abriéndose y cerrándose alternativamente. Los lepidópteros son insectos terrestres y sólo ocasionalmente algunas larvas son acuáticas.
Coloración
En el orden Lepidoptera la coloración, especialmente la de las alas, alcanza la máxima especialización. Morfológicamente, la superficie alar está recubierta de escamas cuya superficie posee multitud de aristas longitudinales (separadas a veces a menos de 1 μm, es decir, la milésima parte de un milímetro) que alteran la reflexión de la luz produciendo colores muy llamativos y frecuentemente tornasolados e iridiscentes.[1]
Hábitat
La larva, denominada oruga, es generamlmente herbívora, por lo que suele vivir en el follaje de plantas, aunque también en troncos, frutos o raíces de las mismas. Algunas especies son especialmente abundantes en entornos generados por la actividad humana, como los almacenes o los interiores de las casas. El imago o adulto es volador, lo que incrementa espacialmente su hábitat potencial, que suele diferir del propio de la oruga.[1]
Alimentación
Las orugas se alimentan de la materia vegetal que las rodea: hojas, flores, frutos, tallos, raíces... Algunas especies son capaces de minar (generar túneles) en las superficies de las que se alimentan. Otras, en cambio, aprovechan las manufacturas humanas, o bien productos almacenados (harinas, granos...).
Los adultos, a excepción de los representantes de la familia Micropterygidae (cuya alimentación, derivada de su capacidad masticatoria, abarca a polen, esporas de hongos, etc), se alimentan libando, es decir, absorbiendo néctar u otras sustancias líquidas mediante su aparato bucal lamedor-chupador (espiditrompa). No obstante, existen especies cuyo ciclo vital exige una corta fase de imago: en estos casos, el adulto ni se alimenta, sino que destina todas sus energías a la reproducción.[1]
Taxonomía
Se piensa que hay 127 familias dentro de este orden, pero las opiniones de cuáles son éstas cambian con frecuencia entre los científicos. El tratamiento que se da aquí es el adoptado por la base de datos del Museo de Historia Natural de Londres. Ver Taxonomía del orden lepidoptera.